Errando entre Palabras
martes, 29 de diciembre de 2020
Me gustó este año
sábado, 26 de diciembre de 2020
Con la Voz Quebrada
jueves, 24 de diciembre de 2020
La Casa-Molino
Hoy lo vi a mi papá acostado en su cama. En la suya, en la cama de su casa. Era muy tarde y miraba la tele, como antes, como lo hizo siempre y en ese instante el tiempo se transformó en algo injusto, y yo desaparecí por unos minutos de este mundo, para caer en el de antes, en el que fue.
Sin ninguna razón me acordé de la calle Emilio Mitre. Una calle de la ciudad de Moreno que empieza en la estación de bomberos y termina en el puente que cruza el Río Reconquista. Nunca conocí el otro lado del puente, pero lo teníamos prohibido porque era el lado peligroso de la vida.
Esa calle era el camino más directo para ir a visitar a mi abuela Elena, pero además, yendo por ella se pasaba por una casa con forma de molino: "La casa-molino".
En ese momento la recordé perfectamente: era oscura, de madera y con enormes astas que se erguían en una calle que ni fu, ni fa; de una ciudad que ni fu ni fa.
La casa-molino era cónica, como son los molinos y eso siempre me generó una intriga enorme, porque no podía imaginar como se vivía entre esas paredes. Suponía a sus habitantes girando en redondo, todo el tiempo mareados, dando vueltas. Recordé que mi papá me había dicho que conocía a los dueños, y que la señora se había vuelto loca. Y claro, como para no estarlo, si se pasaba todos los días girando.
La casa- molino estaba cerca de la de un amigo de mi papá. No recuerdo su nombre, pero el apellido era Russo. Russo tenía dos hijas, una se llamaba Cecilia y yo la adoraba. Cecilia era más grande que yo y en su casa tenía un altillo. Un altillo con cuartos sólo destinados para jugar.
No sé si fui más de una vez, pero ese día, Cecilia y yo, y seguramente mi hermana, subimos una escalera y entramos a ese lugar maravilloso. Había muñecas, baúles con disfraces, camitas, cacharritos de cocina y ni un adulto.
La casa de los Russo estaban muy cerca de la del molino y durante muchos tiempo, cada vez que pasábamos en el auto por ahí, sentada detrás de mi papá, yo gritaba hasta quedarme sin voz pidíendole que doblara y me llevara a jugar a la casita. _"¡¡¡Doblá, doblá, doblá!!!"
Mi infancia: una suerte de capricho tras otro. Es que nunca fui una piedra, como dice un poeta. "Yo nunca seré una piedra, gritaré cuando haga falta"
Por suerte, con lo enojoso que era mi papá, recuerdo que a él le daba risa mi empecinamiento.
Año 2017
domingo, 20 de diciembre de 2020
El viento frío
martes, 8 de diciembre de 2020
Mirar de Nuevo
Quiero saber…¿Por qué tantas preguntas? ¿Por qué las dudas? Tu poesía es bella. Es amarilla, es roja, es azul.
Y tu puerta… ¿es de metal o de madera? Creo que tienes que dejarla abierta, yo, abriré la mía.
Es bueno mezclarse entre la gente. Sentémonos en una plaza, en un café… ¡caminemos!
Tú tienes una mirada necesaria. Vayamos y cuéntame qué ves.
Estoy segura que observas el silencio, y lo oscuro también.
Cerrar la puerta es encerrar los sentidos, y más allá, existen mundos a inventar.
Tú lenguaje canta, no te quedes. Recuerda el tiempo en que vagabas por ahí.
¡Abre tu puerta!
Encontrémonos afuera.
Enséñame a mirar.
Ceci Labate
(En un diálogo con Edgar Bayley!
sábado, 5 de diciembre de 2020
Un árbol en invierno
Hay bosque porque hay árboles. Porque hay altos, porque hay densos y hay livianos.
Algunos, exasperantemente en orden, otros, en un tranquilo desorden.
Son la finita eternidad del tiempo que surge desde abajo de la tierra, sin planearse
Pero cuando llega la noche, hay un árbol, uno, que no sabe protegerse cuando lo cubre el frío de la helada.
Uno, infinitamente quieto que acelera sus venas cuando tiembla por dentro.
La inquietud de un árbol en invierno, que nunca podrá escaparse, aunque muera de miedo.
Porque es sólo un árbol en medio de un bosque y sólo eso.
miércoles, 2 de diciembre de 2020
Un caballero
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Fui a leer a un café que está muy cerca de mi casa, en una callecita arbolada y tranquila. Até la perra a la silla. Acomodé el libro. Saqué...
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Tan inquietos, afables. Tan garganta, tan lengua. Tan mudos en respuestas. Tan capaces de hablar sin decir nada, de armar tramas complejas, ...
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Las Tejedoras Todas las mujeres de mi familia tejían cuando yo era adolescente, incluso mi hermana y algunas primas que sólo me llevaban u...