Errando entre Palabras

sábado, 26 de diciembre de 2020

Con la Voz Quebrada




Tres veces por día da vueltas a la manzana.
Tres veces por día da varias vueltas.
Hace tres meses.
Varias vueltas en cada ocasión.

Camina rápido rápido rápido
y cambia de dirección
sin previo aviso
sin luz de freno 
sin poner el giro.

El señor que da vueltas a la manzana y camina rápido y de pronto gira sobre sí mismo para ir en otro sentido, habla, habla y habla y casi no se entiende lo que dice, aunque en realidad grita. 

Va tan rápido y mirando sólo sus palabras, que no parece estar dispuesto a detenerse ante nadie, pero las personas le abren paso apenas lo ven acercarse.

Todos observan intensamente al señor que camina. Lo miran con espanto,  con curiosidad y sólo algunos con ternura.

Recorre las cuadras con zapatos de suela color marrón, un pantalón de vestir venido a menos  y una camisa blanca, que de tan vieja es casi transparente.

Aseguran que es igualito a un Juan Carlos, pero nadie sabe a cuál.

No conocen su nombre, pero no les importa, porque le dicen Juan Carlos y se niegan rotundamente a conocer su verdadera gracia. 

Si algún distraído dice saber cómo se llama, todos se tapan los oídos y canturrean para ensordecerse y así quedarse con su idea, que siempre es preferible a la verdad.

En la cola de la verdulería se dijo que el señor está loco, pero el doctor de la cuadra, como casi todos los doctores, dijo las cosas como son y explicó que se trata de un hombre de otro planeta y punto, no dijo nada más. No aclaró si estaba usando simplemente una expresión.

A partir de esa sentencia, para algunos pasó a ser un extraterrestre, como hay en tantos lugares, y para otros, simplemente una persona fuera de serie. 

El hecho que hubiera dos interpretaciones diferentes sobre un único decir fue tan raro, pero tan raro, que es motivo de investigación entre cinéfilos, científicos y sentimentales. 

Al señor pseudo Juan Carlos, un día se le entendió la palabra "infancia" y las doscientas psicólogas que viven en el edificio azul; doscientas dos para ser más precisa; sospechan que alguna lo analiza de manera remota. De ventana a ventana las psicólogas se profieren Insultos llenos de ajaes y ejees y por esos berrinches, casi siempre alguien llama al psiquiatra, que a esta altura también teme ser agredido y del susto, hace días que no quiere salir de su casa.

En general, todas las conclusiones, acerca del señor que camina y habla rápido, nacen en la fila de la verdulería, y el verdulero no da más. Parece que el corazón le latió tan fuerte que le

saltó

por la boca y así, descorazonado, le revolea tomates a cualquiera que le diga que prefiere las frutas así o asao.

El señor que da vueltastresvecespordíalamanzana genera peleas entre los vecinos, que están muy ocupados pensando en su vida; en la vida del famoso señor.

Estas discusiones tuvieron consecuencias graves, como la muerte simultánea de los cinco contadores públicos que vivían en una de las cuadras. Ellos se batieron a duelo de revólver, porque todos diferían en el cálculo sobre la cantidad de pasos que hacía en cada vuelta, el hombre caminador. Se dispararon todos a la vez y murieron en la puerta de la fábrica de pastas.

Así se suceden los días en la manzana que está frente a mi casa.

En Nochebuena, cerca de las doce salí a caminar; cuando crucé la calle me encontré con el señor parecido a un Juan Carlos y por primera vez lo vi detenerse.

Se paró en el cordón de la vereda, miró hacia el frente y gritó:

_¡A todos los que me están escuchando les quiero agradecer. A todos los que me están escuchando les quiero agradecer de corazón. A todos los que me están escuchado..."

Yo seguí caminando lentamente, pero noté que mientras el señor daba las gracias con la mirada fija en la vereda de enfrente, su voz se iba quebrando.

Lo entendí.

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