Errando entre Palabras

domingo, 2 de agosto de 2020

La música me sigue

El fin de semana quise hacer una mermelada y me salió una compota. Cuando la preparaba escuché Sugar de Maroon 5 y bailé, como se me dio la gana.

Después no quise hacer nada y me senté en un silloncito del living a eso: a estar, y estuve un rato en silencio y observé apenas algunas cosas.

Vi las estrellitas de vidrio que tengo colgadas en la puerta del balcón. 

Se movían muy lentas al tiempo de Both Sides Now de Joni Mitchell. Esas estrellas brillan de día y de noche.

Más lejos, una cortina que no es mía, se abría y cerraba dejando salir una línea de luz delgadísima y se mecía con Olhos Nos Olhos cantada por Rosa Passos.

Aún sentada en mi sillón vi el equipo de música que no funciona desde hace años ocupando un lugar en la biblioteca. 

Mi biblioteca estaba tan quieta y silenciosa como yo y toda mi casa.  Los sonidos que había escuchado todo el día, salvo excepciones, habían sido las palabras que leo y escribo y sólo suenan dentro de mí.

Después vi la pila de libros que fui construyendo sin querer sobre mi mesa roja, por esa costumbre de leer desordenadamente.

Arriba de la torre había un libro de Cortázar con su foto y escuché My Little Brown Book, de Duke Ellington.

La música me viene siguiendo desde hace un tiempo. Me doy vuelta, porque la escucho, y se esconde. ¿No es linda?

Por suerte, cuando me voy a la cama, tardísimo, la invito, se sienta en la silla que era de mi abuela Elena y se queda ahí hasta que me duermo. 

 


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