Errando entre Palabras

domingo, 9 de agosto de 2020

La cortina y el viento

Anoche sentada en mi cama oía el silbido del viento y el canto de los carrillones.  La cortina se inflaba y se desinflaba apaciblemente. La tranquilidad hizo que pensara que por fin iba a dormir toda la noche, sin calor, ni frío, ni nada que perturbara mi sueño.

Cuando estaba decidida a acostarme, el viento empujó violentamente la cortina dentro de mi cuarto y al instante se la llevó hacia afuera dejándola como la capa de Superman en pleno vuelo.

Temiendo que se rompiera me levanté a cerrar la ventana, pero en ese preciso momento la cortina volvía a entrar con el envión de un huracán. 
No llegué a hacer nada, no pude esquivarla y quedé parada viendo cómo se me venía encima.  Al final, me alcanzó, me envolvió y quedé enrollada como si fuera una de esas momias voladoras que veo cuando subo a la terraza de noche.

El viento continuó haciendo entrar y salir la cortina, y a mí con ella. 

La perrita se despertó y empezó a ladrar enloquecida intentando subir, pero  por suerte le resultó imposible.

Con tanto alboroto se despertaron los vecinos, que poco a poco empezaron a  asomarse, mientras yo entraba y salía por mi ventana envuelta en la tela.

Hablando lo más rápido que pude, cuando me tocó estar del lado de afuera les grité: "Noseasusteeeeeennnn,soyyoquemeatrapolacortinaaaaaaa".

Gracias a Dios me entendieron, se quedaron tranquilos y aprovechamos para saludarnos, porque con esto de la cuarentena, no nos estamos cruzando ni en el ascensor.

Cada vez que en el ir y venir me tocaba estar del lado de afuera charlábamos un poquito de todo: de lo caras que están las cosas, del virus y por supuesto, del administrador del edificio, que siempre es tema.

Así pasaron como dos horas y mis vecinos, vencidos por el sueño, se fueron despidiendo de a poco.

Yo seguí volando con la cortina de acá para allá, de un lado al otro y con el vaivén, me quedé dormida.

Esta mañana amanecí sobre mi cama, despatarrada, con el pelo embrollado, sin los anteojos y con el estómago un poquitín revuelto.

Hoy voy a dormir en el sillón. No es que tenga miedo de que me atrape la cortina ni mucho menos, después del susto  resultó ser un  placer, pero alguien me denunció por incumplimiento del aislamiento social obligatorio y vallaron mi cuarto.


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